Minería y agricultura

A pesar de las inversiones realizadas por el sector minero en programas sociales que aportan a la agricultura, aún persiste el imaginario de hace 20 años, que la coexistencia entre la minería y agricultura no es posible y que compiten por los recursos de tierra y agua. Es momento de romper los mitos y dilemas para construir el desarrollo de los territorios.

Felicia Castro, Jefe Corporativo de Relaciones Comunitarias y Directora del Consejo Ejecutivo del Fondo Social Magistral de Compañía Minera Milpo, considera que no hay competencia entre ambos sectores.

“La agricultura tiene casi el 18% del territorio sin considerar pastizales y en el caso de minería no llega ni al 2% del territorio. La agricultura en relación a la minería tiene más acceso al agua y comparte el recurso, sobre todo con las empresas mineras, que en su mayoría, se ubican en zonas altas donde el agua es más escaso”, explica.

También, indica, es importante entender que la minería de hoy tiene más cuidado y controles ambientales que están normados, cuentan con tecnologías que permiten que la agricultura y la minería puedan convivir.

En el caso de la unidad de Cerro Lindo se lleva agua desalinizada de mar, con lo cual no se genera el dilema arraigado en los últimos años por el agua. Según recuerda Felicia Castro, cuando comenzaron las exploraciones en Cerro Lindo evaluaron los problemas que se podrían generar con las comunidades del entorno, ubicadas en una zona donde solo llueve 40 días al año, por lo cual optaron por una solución tecnológica y sostenible en el tiempo.

“A pesar que la tecnología para desalinizar y potabilizar agua de mar es muy costosa, creo que fue un compromiso de nuestra empresa demostrando que no solo somos una minera socialmente responsable sino que estamos decididos a utilizar las tecnologías que existen para que el impacto sea mínimo”, acota.

En opinión de Felicia Castro, la agricultura ha tenido una evolución positiva en cuanto a sus índices en las zonas de producción minera.

“En nuestro caso teníamos en la zona baja de la cuenca, una asociación de productores agrícolas con muy baja producción, precisamente por la poca agua. Decidimos apostar por hacer reservorios e implementar riego tecnificado, con lo cual se ha logrado que la producción de esta zona se diversifique y amplíe haciendo que los mismos productores busquen sus certificaciones para mercados americanos y europeos con miras al mercado internacional”, comenta.

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TECNOLOGÍA

Para Luis Alfaro Garfias, Director de Emprendimiento, Inversión e Innovación de Sierra y Selva Exportadora, el avance tecnológico ha mejorado el consumo del agua en minería. “En Puno se viene trabajando la minería de socavón con un proceso de ciclones, que por peso específico el oro cae y no utiliza agua, y con bastante eficiencia en la primera fase, que normalmente se utiliza mucha agua. En la segunda fase se usa el agua en limitada cantidad y se puede reusar”, afirma.

Con referencia a Cerro Lindo, con quienes han firmado un convenio, recordó que con el agua de mar que desalinizan para sus operaciones también han creado un oasis, donde antes había un desierto, en Topará.

“Esa es la minería moderna, donde un recurso escaso puede compatibilizar los trabajos de la minería y agricultura. Yo no veo contradicción entre ambos sectores. Son dos recursos que uno es finito y el otro que, de acuerdo a su uso, puede mantenerse de manera sostenible. Si hay una combinación adecuada de recursos contribuyen al desarrollo socioeconómico de la localidad”, refiere Luis Alfaro.

INCENTIVO A LA FORESTERÍA

Felipe Koechlin, CEO de Reforestadora Amazónica, por su parte, manifiesta que los peruanos todavía no hemos entendido la hermandad que existe entre el sector forestal y minero en la sierra peruana.

“Nosotros creemos que la minería necesita a la forestería para la sostenibilidad a largo plazo y la forestería necesita a la minería para hacer bosques en Los Andes que no solo permitan crear trabajo, desde el día uno cuando se empiezan a plantar árboles y permanentemente durante su cuidado, sino que generen una fuente sostenible de ingresos a las comunidades una vez que se empiece a cosechar la madera y que sobreviva incluso cuando la mina cierre”, menciona.

Los árboles capturan y cosechan agua, aumentan el nivel de agua en las zonas donde se plantan y evitan la erosión y los huaicos. Por ello, Felipe Koechlin propone que se cambie el concepto de plan de cierre de minas por apertura de minas, donde las mineras comiencen a plantar árboles antes de empezar a trabajar, durante su operación y cuando se cierre la mina dejen un bosque, una industria que permita que sus recursos puedan ser enviados localmente y exportados permanentemente.

“Iniciativas como Cerro Lindo, permitirían plantar árboles en zonas áridas, porque hemos tenido la oportunidad de revisar y visitar zonas áridas donde hay reservas mineras con buenos suelos. Lo único que falta es agua para hacerlos productivos. Pero, creo que nos falta dar ese último paso”, refiere.

Para Felipe Koechlin, Perú tiene regulaciones que hacen que las mineras dediquen mucho dinero en dos cosas: Aislar los suelos y mover tierras de un lugar a otro para dejar el cerro como estaba antes de que se empezara la exploración minera.

Pero ¿Nos sirve de algo que el cerro quede exactamente igual? El representante de Reforestadora Amazónica indica que se puede utilizar esos millones de dólares para plantar árboles, generar trabajo y una industria sostenible que sobreviva cuando la actividad minera termine.

“En el 2006, se promulgó la normativa que permite que las minas utilicen parte del dinero del plan de cierre de minas para plantar árboles, permitiendo reemplazar la garantía por árboles, pero eso no soluciona el problema porque después se tiene que vender los árboles para continuar con el cierre. La solución es temporal y no soluciona el problema. La norma debería permitir que las plantaciones de árboles sean considerados como parte del plan de cierre”, refiere.

MANEJO Y USO DEL AGUA

Miguel Ordinola, Coordinador de Proyectos LAC en Perú del International Potato Center (CIP), por su parte, indica que es importante que se genere información sobre el agua, porque en Perú hay poca información del recurso hídrico en general.

“De las 159 cuencas que tenemos en Perú, solo hay información para el 25%. Por lo cual, no se puede hacer un balance hídrico, y cuando empieza un proyecto no se hace con esa planificación de largo plazo”, enfatiza.

Según manifiesta Miguel Ordinola, se debería contar con balances hídricos a 50 años. “Cuando uno pregunta a las instancias públicas los balances hídricos, prácticamente no se cuenta con información, y con esa poca información la inversión privada toma decisiones”.

“También se tiene que analizar el lugar donde la minería se desarrolla. Hay lugares donde el costo de oportunidad del agua es mucho más alto que otro. Por ejemplo, en el caso de El Tambo, se realiza actividad agrícola en un valle y el costo de oportunidad del agua es mucho más importante para toda la gente que está asentada en esos lugares”, argumenta.

Considerando que todas las actividades son importantes para el país ¿El uso del agua es igual para todas las actividades? Miguel Ordinola indica que ahí está el dilema sobre todo entre la agricultura y minería. “La conclusión es que esas dos condiciones se pueden dar de manera complementaria y todo va a depender de cómo se usa el agua de manera eficiente, porque es el principal recurso”, anota.

En ese sentido, manifiesta que el Gobierno anterior tuvo un programa ligado a pequeñas infraestructuras de riego a más de 3,500 m.s.n.m., que no llegó a despegar y que ahora se está impulsando como Sierra Azul. “Pero, cómo se hace para adoptar este tipo de infraestructura de uso, si no tenemos alternativas de uso del agua y no hay una gran inversión del Estado para que sea viable”, pregunta.

El tema, indica, es mirar el costo de oportunidad, no solamente económico sino también social porque hay muchas acciones que dependen del recurso hídrico.


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