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Demanda eléctrica en el Perú
Con el transcurrir de los años, evaluando las diversas variables del sector energía, cada vez debemos estar más convencidos, que la variable Demanda Eléctrica es la más importante; ello lo hemos referido con mucha insistencia.
Esta variable es transversal a muchas disciplinas y sectores; tal es así, que se ha convertido en un concepto evaluado en muchos foros. Su adecuada proyección resulta en el éxito de una acertada planificación. Esto es corroborado por Peter Drucker, quien menciona en una de sus obras, que los sistemas productivos habrían sufrido un cambio mayor, y ahora “la demanda precedía a la oferta”, en busca del punto de equilibrio; ello valida la tesis que la Demanda se constituye en la variable más importante para la reactivación económica, sobre todo considerando los escenarios post COVID.
Asimismo, la estimación de la variable demanda conjuntamente con otras, como la oferta eléctrica, la disponibilidad de las instalaciones prestas en la cadena de valor de la industria eléctrica (desde la generación hasta la distribución, por ahora, hasta que nos sumemos a las tendencias mundiales de la generación distribuida), las condiciones hidrológicas, los costos operativos, y también la topología de la red, constituyen el insumo para lograr una óptima utilización de los recursos a cargo de los operadores de sistema, en nuestro caso el Comité de Operación Económica del Sistema (COES).
En el largo plazo, vamos a suponer que las perspectivas de la economía mundial apuntan a un crecimiento de China y de los países emergentes, y que las variables macroeconómicas son muy sólidas, con un PBI en constante crecimiento, entonces se espera un crecimiento de la demanda acorde a estas tendencias; todo ello definirá las inversiones necesarias para el sector, éstas tendrían que ser además eficientes; por ejemplo, entre otros, su factor de uso deberá ser el más óptimo, el caso contrario conlleva a inversiones ineficientes que encarecen el aparato productivo (ergo, se debe dimensionar el parque generador en función a estos factores).
La demanda eléctrica se constituye en la variable más importante para la reactivación económica, sobre todo considerando los escenarios post COVID”
Definitivamente, para lograr un crecimiento en el Largo Plazo se requiere reactivar la Demanda intensiva de las cargas mineras.
Asimismo, con relación al largo plazo, tanto el Organismo Regulador Osinergmin para sus fijaciones tarifarias, así como el COES para la elaboración de sus planes de transmisión, realizan proyecciones con ciertas metodologías, pero en el Perú no existe aún una entidad que brinde estas proyecciones tomando en consideración todos los aspectos relacionados a una planificación o planeamiento. Por ello, ha sido grato habernos enterado que la Universidad Nacional de Ingeniería, la más representativa casa de estudios de la ingeniería peruana, haya desarrollado el coloquio “El planeamiento energético en el Perú – Situación y perspectivas” con destacados profesionales de la energía, y que la conclusión más importante sea la creación de un Organismo de Planeamiento e Información Energética – OPIE.
Esta noticia también ha sido muy esperada en los profesionales de la ingeniería que ven muy necesario el pronunciamiento de la Academia, por ello mis sinceras felicitaciones. Desde el 2012 se constituyeron grupos de alto nivel para coordinar acciones en torno a superar esta carencia en el Perú, y continuó hasta estos días con el desarrollo de un ejercicio a partir de modelos y escenarios, con la referencia de crear una oficina para este propósito; son pasos discretos, pero pasos al fin, porque la palabra planificación ahora puede ser debatida sin considerarla un “tabú” entre muchos profesionales que siempre tratamos de sustentar que las fuerzas del mercado no solucionaban todo.
Esta herramienta es necesaria para la toma de decisiones, sobre todo en un país con muchas fuentes primarias energéticas. En este sentido, queda trabajar una Visión País, y solventar las bases para una Política de Estado de largo plazo.
Ahora supongamos que, en el corto plazo, el COES ordene arrancar una unidad térmica, con las implicancias técnicas que conlleva, y en el día sucede una desviación de Demanda con relación a lo previsto, debido a que hubo mayor brillo solar, mayores caudales de agua o de viento, entre otros; la consecuencia, podría derivarse en un mayor costo operativo.
Para las proyecciones de corto plazo, el COES como responsable de la planificación de este horizonte temporal, ha desarrollado metodologías determinísticas, pero considerando que las condiciones climatológicas generarán muchas incertidumbres en el futuro, será conveniente agregarle contenido estocástico.
En la actualidad la economía se está reactivando, los establecimientos comerciales están empezando abrir sus puertas al público, algunos trabajos se realizan de manera semipresencial. Lo anterior se refleja en que el consumo de electricidad empieza a crecer cada mes.
Venimos observando el comportamiento de la demanda eléctrica, desde el día en que empezó el estado de emergencia en nuestro país. En los cuadros y figuras que se presentan más adelante, podremos observar en detalle la evolución de su comportamiento.
EVOLUCIÓN DE LA DEMANDA DURANTE LA PANDEMIA
La demanda eléctrica en el SEIN, en el primer bimestre del 2020 mostraba un aumento moderado; sin embargo, la emergencia nacional por efecto del COVID 19, iniciada el 16 de marzo, ha mostrado un efecto significativo en la reducción de esta variable desde el mes de marzo.
Como se puede observar en el Cuadro Nº1, marzo ha tenido una disminución en energía de -12.87%, siendo el mes de mayor contracción abril con -30.02%. En octubre la reducción fue solo de -0.4%. La reducción de la máxima demanda se encuentra en aproximadamente los mismos órdenes.
Asimismo, debido a la situación de emergencia originado por el COVID 19, el Gobierno ha emitido diversas normas legales con la finalidad de enfrentar la misma, una de estas normas, es el DS 035-2020-PCM, cuya aplicación ha originado que diversas actividades económicas se hayan paralizado o restringido, lo cual ha originado una apreciable reducción del consumo de electricidad, como se muestra en la Figura Nº1.
Antes del inicio de la vigencia de la emergencia nacional, la demanda promedio diaria de energía era de alrededor de 153 GWh, luego con la vigencia de las medidas de emergencia (a partir del 16 marzo) la demanda se ha reducido en promedio hasta 104 GWh, lo que ha significado una reducción del 32% aproximadamente; en magnitud muy cercana también se observa una disminución en potencia (MW). La energía diaria y de mínimos de potencia se acercaron a los mínimos históricos del año 2015.
Respecto al 2019, este año observamos un cambio en el comportamiento del uso de la demanda, por ejemplo, en la Figura Nº 2, se visualiza que la producción a partir del gas natural de Camisea se incrementó a 51%, mientras que la producción hidroeléctrica se redujo a 39%; un alentador cambio también se dio en el uso de energías no convencionales, la cual se incrementó a 7%. Así mismo, se observa en los diagramas de carga un notable incremento en el factor de carga; es decir, se aprecia mucha similitud entre las máximas demandas de las horas diurnas y nocturnas.
Cabe expresar la importancia de la demanda de grandes usuarios, principalmente la minera. La Figura Nº3 visualiza la reducción significativa de los procesos productivos en la industria siderúrgica, cementera, refinerías de metales y la minería, pero se destaca un crecimiento en la producción de la industria química.
Por otro lado, la Figura Nº4 refleja la caída sin precedentes de la demanda de los Grandes Usuarios, considerando la comparación de las magnitudes de una ventana móvil de 12 meses; recordemos que una disminución importante también se registró en febrero de 2017 por otras razones, disminución que demoró en recuperarse aproximadamente 5 meses.
A setiembre la demanda de los grandes usuarios libres se ha restablecido. La situación actual es sin precedentes, por lo que es improbable asumir alguna percepción de recuperación incluso en el mediano plazo.
Ahora, con relación también al impacto del COVID-19 en la industria eléctrica, antes de referirnos a algunas pautas del futuro de la actividad de generación, podemos indicar algunos aspectos relevantes:
Nadie puede predecir el futuro, lo que se puede inferir es que va a ser diferente y no regresaremos al punto inicial; lo que si podemos hacer es tomar acciones concretas para poder lidiar con estos cambios, porque estos cambios son disruptivos en mayor o menor grado para las diferentes industrias, y muchas tendrán que adaptarse incluso al punto de transformarse.
En nuestra industria eléctrica, el COVID-19 generará un punto de inflexión para que los actores del sistema eléctrico aceleren su cambio en sus modelos de negocio. Por ejemplo, los sistemas autónomos serán de mayor prioridad, tales como sub estaciones no atendidas, vehículos eléctricos autónomos, mejoras capacidades del usuario para la gestión de su consumo y conectividad más intensiva; se vislumbra una significativa disminución de la demanda por quiebra de negocios pequeños, en el Corto y Mediano Plazo (magnitud por ahora incalculable); aparecerán nuevos negocios relacionados con la salud e higiene (fábricas de máscaras, aparatos médicos, desinfectantes, biomedicina y biotecnología en su mejor momento).
En general, en el Mediano y Largo Plazo los países, como lección aprendida luego de la epidemia, podrían fomentar que las industrias estratégicas operen en suelo nacional (como en los 70´s); se incrementarán los negocios por Internet (entretenimiento, redes empresariales no solo de empresas muy grandes, masificación de comercio por este medio, entre otros).
Siendo reflexivos con relación al 2023, los Costos Marginales podrían incrementarse, pensando además en la fase de explotación de los proyectos mineros que se encuentran en desarrollo o en construcción, observemos las intenciones de Brasil sobre sus perspectivas de demanda “la creciente necesidad de una oferta interna de Energía Eléctrica para responder la demanda en aumento, así como de la necesidad del uso de fuentes inagotables y de menor impacto al medioambiente, la sociedad busca soluciones ambientalmente correctas.
Este esfuerzo se viene realizando por parte de acciones gubernamentales–apoyados en la legislación y en investigaciones y desarrollo–, así como de iniciativas privadas en la búsqueda de una mayor economía de recursos, mayor competitividad, responsabilidad social y longevidad de sus emprendimientos”. Como se puede apreciar, se involucra en esta breve referencia la importancia de dirigir nuestra matriz a fuentes inagotables (energías renovables), que soporten el crecimiento en armonía con el medio ambiente, donde esté involucrado el Estado con políticas pertinentes y sostenibles; así como las iniciativas privadas con agentes, conscientes de lograr el mejor aprovechamiento de recursos naturales, los que a su vez inherentemente les generaría ingresos económicos redituables, teniendo en cuenta que los emplazamientos de éxito logran en estos tiempos demostrar la valía de los buenos estudios aplicables, porque consiguen que las instalaciones gocen de una muy prolongada vida útil, llegando incluso hasta la centuria en el caso de los proyectos hídricos, por ejemplo.
Asimismo, como nos venimos refiriendo a conceptos de demanda, se debe incorporar ahora lo que se entiende por “gestión de la demanda”. Dícese de ella, al conjunto de acciones cuya finalidad es influir sobre el uso que los consumidores hacen de la electricidad, para producir los cambios deseados relativos al ahorro y al momento de su consumo, en el ámbito individual y en la curva de demanda agregada. La “gestión de la demanda” impactará en las tasas de crecimiento, y seguramente en los Costos Marginales, entiéndase por ésta al conjunto de acciones cuya finalidad es influir sobre el uso que los consumidores hacen de la electricidad, para producir los cambios deseados relativos al ahorro y al momento de su consumo, en el ámbito individual y en la curva de demanda agregada.
El profesor José Ignacio Pérez Arriaga refiere además tomar en consideración, (1) las acciones para facilitar la respuesta de la demanda a los precios de la electricidad e incorporar progresivamente en ellos el coste de las externalidades, y (2) las acciones de promoción del ahorro y la eficiencia energética en el consumo eléctrico. La gestión de la demanda impactará en las tasas de crecimiento, y seguramente en los costos marginales.
También debemos entender, que el cambio climático viene trayendo consigo circunstancias no apreciadas hasta ahora, ello debe orientar el camino de una acertada visión de largo plazo; las incertidumbres que generan hacen necesario ahondar conceptos de toda índole.
En consecuencia, la academia debe estar comprometida en participar con tratados, tesis, u otros, para disminuir brechas de análisis que permitan, formar profesionales que luego tomarán decisiones.
Respecto a la dicotomía de estos tiempos: PANDEMIA VS ECONOMÍA, muchos están compartiendo diversos puntos de vista interesantes. Se evalúan variables involucradas de Corto y Largo Plazo, nuestra observación recae en el hecho de que, si en aspectos menos complejos estas variables no han convergido, con la aleatoriedad e incertidumbre muchas variables se están escapando al debido control, y otras para los que no hemos estado preparados, difícilmente podrán brindar percepciones de futuro correctas o definitivas.
En el caso del impacto de la pandemia al cambio climático, aunque ésta ha reducido las emisiones de forma puntual, el descenso solo se debe a la reducción significativa de las actividades económicas. Y cuando la sociedad se reactive en medio de una recesión, las emisiones no solo volverán a subir, sino que habrá menos dinero para abordar proyectos de transición energética.
Si se cierran los mercados de valores, a las compañías les resultará muy complicado lograr la financiación necesaria para avanzar con cualquier proyecto pendiente relacionado con la energía solar, eólica y los sistemas de almacenamiento, y será complicado proponer otros nuevos proyectos.
Por otro lado, los precios globales del petróleo se han desmoronado a mínimos históricos debido a una guerra de precios entre Rusia y Arabia Saudí, así como a las obvias razones del COVID-19. El bajo costo de la gasolina podría dificultar la venta de vehículos eléctricos, que ya de por sí son más caros.
Así mismo, China produce una gran parte de los paneles solares, turbinas eólicas y baterías de iones de litio que alimentan los vehículos eléctricos y los proyectos de almacenamiento en la red del mundo. Las empresas chinas habrían referido que vienen teniendo problemas de suministro, y también una disminución de la producción y de los envíos de suministro para ello, lo que a su vez podría frenar algunos proyectos de energías renovables en el extranjero.
Cualquier represión resultante en el comercio con el país donde se originó el brote, que algunos miembros de la administración Trump están forzando, solo interrumpirá aún más estas cadenas de suministro de energía limpia y las redes de distribución.
También, el aumento de los temores relacionados con la economía y la salud podría desviar la atención pública de este problema. En los últimos años, el cambio climático se ha convertido en una prioridad cada vez mayor para la gente, y en una fuerza motivadora detrás de un creciente movimiento de activistas juveniles de todo el mundo, lo que ha presionado a los políticos para que tomen medidas importantes. Pero en medio de una recesión económica y una crisis de salud pública, es comprensible que las personas se centren más en las preocupaciones de salud inmediatas y los problemas de sus bolsillos, es decir, sus empleos, ahorros para la jubilación y hogares. Los peligros a largo plazo del cambio climático podrían pasar a una segunda prioridad, aspecto que debe ser tomado en cuanta en las políticas energéticas de los países.
Pero, una caída sostenida en los precios del petróleo podría provocar que las inversiones a más largo plazo en energía limpia resulten más atractivas para los principales actores del sector energético, y tal vez ciertos países respondan a la crisis económica con esfuerzos de estímulo que inyecten dinero en la energía limpia y la adaptación climática.
Con relación a las medidas que podrían adoptar los usuarios industriales para reducir costos, sería el de la autoproducción con generación solar y/o eólica, ya que los precios actuales de estas tecnologías pueden ser competitivas en el mercado nacional, donde las tarifas reguladas no solo remuneran la capacidad (de generación y transmisión), de la energía consumida, sino también una serie otros cargos (como los de la Prima RER, generación adicional, dualidad, entre otros).
Es imprescindible que el sector minero se reactive, porque nuestro PBI, nuestros diagramas de carga, las regalías para las regiones lo requieren.
Finalmente, serán las decisiones las que, con resultados provenientes de los modelos, enrumben la recuperación del dinamismo del mercado eléctrico. La visión energética, en muchos casos tendrá que reenfocarse o darse espacios temporales para retomar las políticas anteriores (si las hubieren); esto tiene que meditarse muy bien, repetimos, por los bajos precios del petróleo, del cobre, de los commodities en general, las demandas de energía menguadas, las expectativas de inversión en Recursos Energéticos Renovables, sumando a ello las complicaciones de la salubridad por la pandemia, que esperamos que no escale a una crisis humanitaria global.